A partir de similitudes formales y diferencias conceptuales entre los diseños de un laberinto y un árbol genealógico, es donde Inés Temperley despliega su intervención en el baño de mujeres, extendiendo su propuesta a cuestiones tan complejas como la identidad, la autonomía y el destino.

Porque, además de las semejanzas estilísticas, es en los puntos nodales de las encrucijadas del laberinto y el de las parejas en las que nacen y se extinguen las ramas del árbol familiar, donde reaparece el dilema sobre las determinaciones y la capacidad de elección.

Como en los cruces de un camino, las vidas de las personas están hechas de esos instantes de conciencia y de libertad, pero también, como en las frágiles y convencionales figuritas de jabón, de azar y disolución. 

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