Según un mito griego el héroe Teseo logra su propósito de salir del laberinto de Creta, luego de matar al minotauro, por medio de un hilo que obtiene de su amada Ariadna. La huella desarrollada por el ovillo no sólo indica el recorrido previo del héroe sino que es la estrategia inteligente para un retorno casi imposible.

La intervención que realiza J. con sus trazados espaciales de hilos coloreados describe otro tipo de experiencia laberíntica, la del vagabundo urbano. En ella propone convertir en sólido aquello que habitualmente consideramos fugaz y esa materialización de la estela de un tránsito por la ciudad, materialización también provisoria, como la rueda de bicicleta enrollada en su eventual recorrido, quizás indica, desde el gesto artístico la incerteza de los registros definitivos de nuestras acciones, 

Es en esta línea, minimalista y lúcidamente poética, donde J. logra avanzar un paso más en la propuesta de esos tipos de registros, como los fotográficos, que intentan clausurar la evidencia de nuestros actos en el mismo instante de nuestros desplazamientos.

Al convertirlos en pura representación, les otorga la posibilidad de renovar su presencia, a suceder otra vez anulando la sugerencia melancólica del pasado