El apoderamiento violento e ilegítimo de cuanto se halla en un lugar. El robo indiscriminado de bienes ajenos, por la fuerza como parte de una victoria o pacíficamente, aprovechando el descuido y la falta de vigilancia. El expolio de la vida misma. Todas definiciones que evidencian la persistencia de una dinámica histórica presente en procesos políticos, económicos, sociales y culturales. En un pasado que podríamos creer remoto y superado, en pasados más o menos recientes, y en el presente. Nombrar al saqueo implica también una interrogación sobre los sujetos que lo protagonizan, que lo disparan y lo padecen: saqueadores y saqueados. Finalmente, sobre el tipo de trofeos, botines y “bienes ajenos” cuya apropiación se busca concretar.

 

En la línea de tiempo regida por la visión antropocéntrica del mundo, así como en la huella material trazada por ella en el espacio geográfico, en las vidas y lxs cuerpxs, tanto humanxs como no humanxs; podemos encontrar un hilván que mantiene unidos procesos ya acontecidos con sus versiones en curso, “neo” y “post”: colonialismo y neocolonialismo, imperialismos y fascismos posmodernos, extractivismo y neoextractivismo, genocidio con terricidio. La explotación ilimitada del hombre por el hombre y de los así llamados “recursos naturales”, la negación de la biodiversidad y la multiplicidad cultural, la aniquilación y exterminio del otrx diferente, son algunos de los rasgos macropolíticos que moldean el saqueo. El neoliberalismo, el capitalismo financiero, neoextractivista y semiótico ha convertido también, en su dimensión micro y biopolítica, a la sensibilidad en un campo de batalla.

 

¿Qué puede el arte en esta coyuntura? ¿Cuáles son sus potencias a la hora de desafiar las codificaciones y automatismos dominantes? ¿Cuál es el lugar para la investigación artística a la hora de detectar o crear saberes vivos, capaces de brindar herramientas a la sociedad en sus luchas por la defensa de derechos vulnerados?

 

Rastros, señales y presagios. Una encrucijada hilvana cuerpxs y territorios y se convierte en umbral, piel común, reparadora trama de texturas íntimas sensibles. Instintos se mueven a ras del suelo en el monte. Madera quemada, voces y fantasmas nos cuentan la historia de una disputa que parece no tener fin. Un flujo perturbador, compost de desechos humanos, descartes de consumo, mezcla de sueños y colapsos, circula por las tuberías del sótano. Sombras invisibles proyectadas sobre terrenos, edificios y un museo de cartón. Frágiles indicios archivísticos de algunas relaciones entre finanzas, miseria planificada, neoextractivismo y arte. Las obras que integran esta exposición comparten un campo constelado de decires, haceres y saberes indisciplinados, invitando a dejarse afectar por las fuerzas y flujos de sus visiones y rituales de contrasaqueo.

 

Eduardo Molinari

Curador

Mayo 2023